El auge desmedido de la estacionalidad en el marketing ha transformado festividades otrora íntimas y comunitarias, como Halloween, en auténticos campos de batalla por la atención del consumidor.Nos encontramos, cada mes de octubre, ante una orquestación publicitaria que, lejos de evocar el misterio lúdico de la noche de brujas, genera una sensación de agobio masivo. La conversión de esta celebración en un imperativo de consumo ha superado la capacidad de asimilación del público, haciendo que la transgresión y la imaginación inherentes a la fecha se diluyan bajo el peso de un bombardeo comercial implacable. Se percibe una invasión coordinada que…Publicado originalmente en: Puro Marketing