
Tras cerca de un año de negociaciones con Microsoft y bajo la supervisión de los fiscales generales de Delaware y California, OpenAI ha completado su reestructuración corporativa para convertirse en una compañía con ánimo de lucro al uso. Y en ese proceso ha rebajado aún más la influencia del gigante tecnológico sobre su operativa en varios aspectos, lo que hace más viable su eventual salida a bolsa.
En primer lugar, la propiedad del gigante tecnológico en la startup de inteligencia artificial ha quedado reducida al 27%, frente a casi el 33% previo. Además, su acceso a la tecnología que genera OpenAI no incluirá dispositivos para consumidores, una vía en la que ha empezado a trabajar tras adquirir la compañía de Jony Ive, antiguo responsable de diseño de los productos de Apple.
Por otro lado, Microsoft pierde su posición de proveedor de servicios en la nube en primera instancia en la medida en que OpenAI podrá contratar directamente con competidores sin darle derecho de tanteo. Y el gigante tecnológico dejará de recibir beneficios de su inversión en cuanto un actor independiente considere que la startup ha alcanzado la inteligencia artificial general, el hito de razonamiento similar al de un humano.
Esa ha sido la cuestión más espinosa de la negociación entre ambas partes. Sobre todo teniendo en cuenta que Microsoft actualmente se queda el 20% de los ingresos de OpenAI como contrapartida a la posición que ostenta tras haber invertido alrededor de 13.750 millones de dólares en ella. Y el acuerdo garantiza hasta 2032 el acceso de la primera a la tecnología de la segunda.
La entidad sin ánimo de lucro mantendrá un 26% ampliable de la nueva corporación de beneficio público que actuará como una compañía normal.
La nueva estructura de gobernanza de OpenAI mantiene a la entidad sin ánimo de lucro al cargo de su brazo con iniciativa de explotación comercial. Pasa a denominarse OpenAI Foundation y tendrá un 26% de la propiedad de la ahora bautizada como OpenAI Group PBC, con el compromiso de recibir más acciones en caso de que su valor se multiplique más que por 10 en los próximos 15 años.
De esta forma, la organización con ánimo de lucro lo tendrá más fácil para afrontar una posible salida a bolsa, que es el camino más probable para obtener recursos en el futuro. Sobre eso el fundador Sam Altman solo ha mencionado que no es una prioridad inmediata y no hay «planes específicos» al respecto.
Publicado originalmente en Dircomfidencial.com